INSTITUTO DE INDOLOGÍA

BEGUM AKHTAR: REINA INCOMPARABLE DE LOS GHAZALS

 

B.M.Malhotra

 

Un deseo acariciado de muchos cantantes renombrados y artistas interpretativos es el de dejar este mundo cuando están plenamente dedicados a su arte y exitosos en su campo predilecto de actividad y cuando todavía están en la cresta de la ola de la popularidad. Sin embargo, son pocos para quienes este sueño se convierte en realidad.

Begum Akhtar, la legendaria reina del ghazal la India, cuenta entre los pocos escogidos para quienes este deseo se realizó el 30 de octubre de 1974, apenas una semana después de que todas las emisoras de la All India Radio hubieran de transmitir su último Radio Sangeet Sammelan (encuentro musical por radio) el que fue escuchado ansiosamente por sus innumerables admiradores a través del país. Incluso en sus últimos momentos, cuando vino el fin de repente, ella pensaba cumplir más compromisos suyos de cantar.

En ese concierto suyo de canto de cisne que, efectivamente, fue el clímax más apropiado para su distinguida carrera de cantante, los ghazals y otras formas de música clásica ligera popular emanaron de su talentosa garganta con una exuberancia arrobadora. Como de costumbre, su discípula favorita, Shanti Hiranand, prestó su ayuda vocal competente.

Hacía tan solo unos días, Begum Akhtar había grabado un ghazal escrito por Kaifi Azmi con un sentimiento tan intenso y tan conmovedor que parecía que tenía una premonición de la muerte que se acercaba.

Hacía unas semanas, había padecido un pequeño ataque cardíaco y le habían aconsejado que descansara. Pero haciendo caso omiso de los buenos consejos de su médico, familia y amigos, ella continuó aceptando una serie de compromisos para cantar, afirmando que no temía la muerte y que, en realidad, abrigaba el deseo de morir mientras cantaba hermosamente.

Incluso cuando contaba más de 60 años, gozaba de una popularidad envidiable. La demanda concomitante para que cantara en conciertos era tal que tenía muchísimos compromisos lo que le obligaba a estar siempre viajando de ciudad en ciudad.

Begum Akhtar nació en Faizabad el 7 de octubre de 1910 (los hay quienes dicen que el año fue 1914) y a los ocho años comenzó a aprenderla música clásica de Ustad Imdad Khan de Patna. Ese profesor erudito, en vez de introducirla a las nociones elementales de la música clásica, la llevó directamente a las lecciones avanzadas de intrincados ragas. Pero, para la joven novata las lecciones eran secas y difíciles de aprender y siempre pensaba en cómo escapar. El profesor la regañaba siempre que la pillaba cantando thumri y dadra (formas más ligeras de música popular) en lugar de lo que él le enseñaba.

La ayuda llegó providencialmente cuando un día tuvo la oportunidad por casualidad de escuchar cantar a la muy admirada Chandabai de Hyderabad como parte de un grupo itinerante de teatro que había viajado a Faizabad. Tanto le fascinó el estilo y la calidad del canto de Chandabai que decidió inmediatamente optar, de una vez por todas, por la música ligera en lugar de los pesados y difíciles ragas.

De allí en adelante, se puso a aprender la música clásica ligera de Ustad Ata Mohammad Khan de Patiala especializándose en los hermosos ghazals, thumris y dadras.

Más o menos en aquel tiempo, una tarde, una compañía de teatro organizó una conferencia musical en Calcuta. Varios cantantes renombrados habían prometido cantar en el evento pero esa tarde no aparecieron. Ante un público descontento, cuando Bibbi (el sobrenombre de Begum Akhtar cuando era niña) cantó unos ghazals y dadras, la audiencia grande y entendida reaccionó con aplausos ensordecedores. La líder nacionalista, Sarojini Naidu, que estaba presente en la audiencia de esa tarde, se quedó tan impresionada con su interpretación que, después del espectáculo, se acercó personalmente a felicitarla y a animarla en su trabajo y, posteriormente, le regaló un sari hecho a mano.

Años antes de la llegada de la radio, televisión y grabadores en la India, los discos de gramófono de Akhtari Faizabadi (su nombre original) se habían hecho populares en el país. Ella grabó su primer ghazal para la Megaphone Record Company de Calcuta en diciembre de 1919, y a esa primera grabación le siguieron decenas de grabaciones más de otros ghazals, thumris y dadras.

Durante algún tiempo, Begum Akhtar también trabajó de actriz y cantó en películas como Ek din ki bdadshahi, Mumtaz Begum, Naseeb ka chakkar, Roti y Thokar. Ella también cantó el playback para las películas Ehsaan, Daana paani y Jalsaghar de Satyajit Ray.

Profundamente impresionada con las celebridades contemporáneas como Jaddan Bai, Malikajan y Gauharjan, decidió dedicar el resto de su vida a la música y comenzó a dedicar doce horas al día a su riyaaz (práctica concentrada diaria de un músico). Dejó de trabajar para siempre en las películas y, en lugar de ello, respondía a las invitaciones que recibía, y cantaba en las cortes de Hyderabad y Rampur. Alrededor de ese tiempo, Ustad Wahid Khan de Lahore la aceptó formalmente como su discípula y trabajó para moldear y afinar más su estilo.

Después de casarse con Ishtiaq Ahmad Abbasi, un abogado famoso de la ciudad de Lucknow, Begum Akhtar dejó de cantar por completo por deferencia al deseo de su marido y se limitó a ser ama de casa. A finales de los años 40, después de un hiato de casi cinco años, grabó una canción en el estudio de Lucknow de la All India Radio. Esto lo hizo con la persuasión de un amigo de la familia, L.K. Malhotra, productor con la All India Radio de Lucknow. La canción fue grabada en la presencia de solamente los músicos y después de que le aseguraran que la grabación no saldría al aire.

Cuando le hicieron escuchar su propia grabación, tal fue para ella la carga emocional que le saltaron las lágrimas en torrentes y se manifestó todo el deseo contenido por la música de antes. Después de eso, no había ninguna obstrucción en su carrera de cantante. Hasta su marido la apoyaba porque después de la muerte de su madre, cuando ella se puso histérica con pena, los médicos recomendaron la música como una válvula de escape para sus emociones encerradas y como un método para asegurar que no perjudicara más a su salud. De esta manera se produjo su glorioso retorno al canto y en adelante no volvió a mirar para atrás. Progresaba con interpretaciones cada vez más consumadas y conmovedoras. Su fama llegó a nuevas alturas. La Sangeet Natak Akademi la honró y recibió el Padma Shree (premio nacional) del presidente de la India.

En diciembre de 1994, la Academia Begum Akhtar de Ghazal (BAAG) organizó un acto conmemorativo en su honor. El gobierno de la India emitió un sello para conmemorar la ocasión. Una vez más, en 1999, con ocasión del 25° aniversario de su muerte, sus discípulas, Shanti Hiranand, Rita Ganguli y Anjali Banerjee, le rindieron un rico homenaje.

El repertorio de Begum Akhtar, que constituye un verdadero tesoro, incluye los números clásicos corno Zara dhire se bolo (Habla bajito), Kojaliya, mat kar pukar (No llames, ¡oh, pajarito!) y Divana banana hai to divana bana de (Enloquéceme si es que me quieres enloquecer).

Prestó su voz rica y sonora a muchos ghazals de poetas distinguidos de lengua urdu, como Ghalib, Momin, Jigar, Dagh, Firaq, Faiz Ahmad Faiz, Shakecl Badayuni, Kaifi Azmi y Sudarshan Fakir.

Entre los ghazals excepcionales que Begum Akhtar entonara en el segundo período de su carrera como cantante está Ae mohabbat tere anjaam pe rona aaya (Amor, tu destino me ha hecho llorar). En uno de sus últimos conciertos privados cantó Mohabaat karne wale kam na honge, teri mehfil mein lekin hum na honge (No faltarán los que te amen, mas no cuentes conmigo en tus soirées). Esto era virtualmente un presentimiento involuntario del alma de su salida final.

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