INSTITUTO DE INDOLOGÍA

KONARAK: CELEBRANDO AL SOL

Sandeep Silas

 

 

En la costa de la Bahía de Bengala, en unión orgullosa con el poderoso Sol, se yergue un templo en Konarak, Este Templo del Sol, al cual se le suele llamar «La pagoda negra» con cariño, es quizás el primer intento del hombre medieval de crear un pivote en la tierra para la trayectoria del Sol. En un esfuerzo de capturar los diferentes aspectos del Sol en la medida en que avanza el día, este templo ha celebrado el Sol como ningún otro. Para expresarlo acertadamente, es la creación del hombre que responde a la fuerza elemental más fuerte y ardiente. Nunca en el pasado se había visto una comunión de la mente y un elemento de esta clase.

El Templo del Sol queda a solamente 35 kms. de Puri, una ciudad de templos. El viaje en coche es placentero. El horizonte a lo largo del camino está salpicado de cocoteros. Los bosquecillos de árboles de anacardo y los numerosos charcos llenos de flores de loto hacen que el lugar parezca lánguido y tranquilo. Se nota que las flores del loto en el mes de octubre son todas blancas. En su floración comunican un mensaje de paz perfecta.

De vez en cuando, la mirada se detiene en una conglomeración roja de figuras esculpidas. Uno no puede controlar el impulso de verlas más de cerca. Las esculturas están expuestas debajo de un tejado de paja. Es evidente que el escultor estiró la imaginación al máximo para producir estas esculturas. Los temas incluyen Ganeshas acostados, Sri Krishna, Lakshmi Narayan, Ram Sita, Durga y Buddha. No limitado por fronteras religiosas, el artista también ha inmortalizado a una mujer con un cántaro en el hombro y una gacela que le acaricia los pies. Estas influencias de nociones religiosas y observaciones de representaciones hermosas se combinan para abrir un camino impresionante a lo largo del mar. La piedra usada para esculpir estas figuras es la piedra arenisca (localmente llamada sahan), y la ofita (popular conocida como kendumundi). La primera es de color rojo oxidado y la otra es de color verde oscuro. Aunque es posible que los colores juntos choquen, el efecto que producen en la psique es uno de uniformidad.

Al avanzar un poco más, se llega a la playa Chandrabhaga. El Templo del Sol le espera a solamente tres kilómetros de aquí. Pero el mar en Chandrabhaga le dejará inmóvil momentáneamente. Brama, hace espuma y suena como la música de mil trozos de cristal al mismo tiempo. El agua aquí es verde. En la distancia se puede divisar un grupo de barcos de pesca tan puntiagudas como flechas. Las velas son del mismo color que su lazo emocional con el mar. Se dice que la salida del sol en Chandrabhaga es una experiencia centelleante.

Finalmente, llegamos al blanco de todas las miradas: el Templo del Sol en Konarak. La vista crea una tormenta en el ojo, quizás tan potente como el empeño del templo en emular el paso del dios del Sol. Las ambiciones del rey Narasimha de la dinastía Ganga en 1255 d. de C. aumentaron tanto como el calor del Sol. De aquel fervor surgió un templo, diseñado como un carro sobre veinticuatro ruedas gigantes de piedra exquisitamente talladas. El carro del templo es arrastrado por siete caballos briosos que simbolizan el sol cruel, imponente y estridente. La entrada es fascinante. Dos leones monstruosos, cada uno montado en un elefante, se encuentran en la entrada principal. Los elefantes, a su vez, sostienen a un hombre en sus trompas torcidas. No se sabe cuál de ellos es más fuerte: si la fuerza del león, o el esfuerzo del elefante, o el hombre endeble. Es una cuestión de pura imaginación. Lo que sí es evidente es que los tres forman una especie de trío invencible que ha protegido la puerta del templo durante siglos.

El templo se extiende en un área de doce acres. Encima de los escalones de la entrada se halla el natyamandap (pabellón de danza) para celebrar el baile clásico indio; se han estilizado 128 posturas de baile en las esculturas de piedra. Si por un momento usted se cierra los ojos y se concentra, oirá que el pabellón empieza a vivir con los sonidos de címbalos, tambores, flautas, trompetas y los pasos del baile que acompañan al ritmo. Las figuras esculpidas están a menudo solas o a veces en grupos o en frisos. Sea el que sea el estilo de presentación, el efecto es uno de gracia y sutil encanto. Los sonidos y suspiros se combinan para presentar una imagen de devaneo amoroso que es difícil de refrenar o sostener.

Levántese la vista y se verá cómo se yergue el templo que desafió al Sol. Todos los días cuando el Sol sube de la Bahía de Bengala, sus primeros rayos suaves penetran en el sanctasanctórum como si estuvieran rindiendo culto al dios. Luego da la vuelta al templo mientras avanza, lanzando miradas luminosas a sus propias representaciones. Las colosales imágenes de piedra del sol de la mañana, del sol del mediodía y del sol poniente se ven iluminadas por su paso. Estas tres figuras vigilan las tres entradas que ahora están cerradas: la Singhdwar, la Gajdwar y la Ashokdwar. El templo se convierte en un fulcro para el sol. El sol y el templo viven en unión amorosa durante todo el día.

Según la leyenda, pusieron un imán de 53 toneladas en lo alto de la cúpula y uno de 10 tonelada en el garbha griha. El flujo magnético equilibró más de lo que se puede ver a simple vista. El ídolo de Surya estaba hecho de ashtadhatu (ocho metales) y estaba colocado en el sancta sanctorum. Desgraciadamente, el interior del templo fue apuntalado por orden del Honorable J.A. Bourdillon C.S.I., Gobernador Teniente de Bengala en 1903. Esto se hizo para evitar el desplome inminente del templo ya asolado por el tiempo y los elementos. Así que ahora está conservado y se le ha declarado un monumento del Patrimonio Mundial.

Interesantemente, las veinticuatro ruedas enormes del carro, al igual que el templo, simbolizan la división de tiempo, cada una que representa una quincena. Cada rueda está subdividida por ocho rayos que representan las ocho partes (ashtaprahar) de un día. Aproximadamente 22.000 esculturas intrincadas de piedra adornan el templo. Si se observan de cerca, se nota que hay una segregación cuidadosa entre las imágenes animales y humanas. La capa inferior contiene animales principalmente, sobre todo los elefantes. La segunda capa tiene imágenes de individuos y parejas pero no muy grandes en tamaño. Las imágenes en la capa superior son impresionantes y eróticas. Con exhibirlas en la estructura de un templo está claro que se intentaba dar cierta divinidad al acto sexual. Se pensaba que la unión humana era algo supremo y puro. También se ven escenas de guerra, comercio, el juzgado, la caza, los sabios enseñando, el parto, los quehaceres domésticos, figuras míticas y formas de danza.

La marcha del carro del sol lleva en su desfile las acciones de un ciclo de vida completo. No se ha omitido ni un aspecto de la vida. La imaginación del hombre ha puesto música a la piedra. El efecto es una de integridad. Los rayos del sol que dan vueltas alrededor del templo perpetúan la creencia de que el ciclo de vida tiene que seguir.

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