INSTITUTO DE INDOLOGÍA

AUTOBIOGRAFÍA RECONSTRUIDA: RABINDRANATH TAGORE, MÁS CERCA

Pedro Carrero Eras

 

Rabindranath Tagore escribió dos autobiografías: Jibansmriti, que se publicó en 1912, cuando contaba cincuenta años, y Chhelebela, que apareció en 1940, cuando le quedaban pocos meses de vida. Sin embargo, estas obras no abarcan por sí solas la extensa y compleja trayectoria vital y artística del Poeta. A esto hay que añadir que en sus datos biográficos Tagore no incluía apenas información concreta sobre las fechas. Existía, pues, la posibilidad de «escribir» una autobiografía mucho más ambiciosa y precisa partiendo de otros testimonios desperdigados en una gran cantidad de fuentes que pertenecen a la inmensa obra del autor bengalí. Suena, quizá, raro hablar de escribir una autobiografía de otra persona. Pero, por excéntrico que nos parezca, esta es la labor que le encargaron y a la que se dedicó hace unos años la investigadora Uma Das Gupta (quien ya había publicado antes una biografía sobre el Poeta) y que dio como resultado un extenso y documentado libro titulado Rabindranath Tagore. My life in my words, publicado por Penguin Books India en 2006. Se hace hablar a Tagore en primera persona como si estuviera escribiendo una nueva autobiografía, porque en realidad siempre se utilizan textos en los que el escritor habla en primera persona, por ejemplo, en sus cartas.

 

En junio de 2010 se publicó la edición en castellano de esta obra para todo el ámbito hispanoamericano, en concreto de Parramón Ediciones para La otra orilla (Barcelona, Grupo Norma), con traducción de Ana Herrera. En esta edición en español el título de la obra se presenta de esta manera: Rabindranath Tagore [autor]. Palabra por palabra [título]. La referencia a la palabra es muy apropiada, pues, como ya he indicado, siempre se tiene en cuenta lo que Tagore ha escrito. Uma das Gupta es, en este libro, responsable de la selección, edición e introducción. Pero decir introducción significa que no solo abarca la general a todo el libro, sino también a las diferentes introducciones que aparecen al comienzo de cada capítulo en la primera parte, que es la más extensa. Das Gupta es una destacada investigadora de la obra de Tagore, y en su bibliografía destacan sus estudios sobre el maravilloso experimento de Santiniketan.

 

La aparición en lengua española de Palabra por palabra es muy oportuna e importante en la recepción de Tagore en España, al producirse un año antes de la celebración del sesquicentenario del nacimiento del escritor bengalí, acontecimiento que se está conmemorando en España en diferentes actos y lugares, en algunos de los cuales ha intervenido el Instituto de Indología.

 

La autora de esta autobiografía reconstruida aclara en la introducción general lo siguiente: «Al seleccionar y presentar el material sobre su vida [de Tagore] a partir de “sus propias palabras”, he recurrido sobre todo a la prosa escrita en sus autobiografías, ensayos, discursos, conferencias y cartas, e incluyo sólo algo de poesía». Aunque Das Gupta explica por qué la obra poética es una fuente menor y más escasa en esta reconstrucción, creo que la razón es obvia y no necesita mayores justificaciones. Solo se utiliza cuando un poema o fragmento de poema puede ilustrar o arrojar luz sobre algún aspecto biográfico. Lo poético es como una extensión de los datos objetivos.

 

Sucede, así, que nos hallamos ante una obra rigurosamente documentada y hábilmente estructurada. Se divide en dos partes. La primera se titula «Mi vida», y consta de XXV capítulos, que abarcan desde la infancia y la familia hasta «Mis últimos años». Vemos en los títulos de partes y capítulos la insistencia en hacer hablar a Tagore, con hitos tan importantes como su formación (y sus amargos recuerdos del sistema educativo de la escuela que padeció); su primera estancia en Inglaterra; su ejercicio en el cargo del zamindari de la familia, lo que le permite descubrir las carencias y miserias de la sociedad rural; su iniciación a la creación poética; su matrimonio y sus hijos; la inauguración de la escuela de Santiniketan; su relación con el movimiento swadeshi; la traducción de Gintanjali al inglés, lo que le proyectó a la fama internacional; la obtención del Premio Nobel en 1913; sus viajes por Japón y Estados Unidos; su renuncia al título de caballero tras la matanza de Amritsar; su oposición a la no-cooperación; la fundación de la Universidad de Visva-Bharati en Santiniketan, así como el plan de Sriniketan para renovar el mundo rural; su relación, sus coincidencias y sus discrepancias con Gandhi (por ejemplo en lo referente a la autarquía simbolizada en la rueca, aspecto que le parecía humillante); sus otros viajes por Europa… La segunda parte se titula «Mis pensamientos», y consta de siete capítulos en los que, ya sin introducciones, oímos cómo el Poeta nos habla de sí mismo, de la religión, de la naturaleza, de la India, del gobierno británico de la India, de sus amigos y, por último, de sus poemas y canciones.

 

La exhaustiva documentación presentada nos ayuda a precisar la cronología. Cada capítulo se divide en diversos parágrafos y al final de cada uno ellos una nota nos remite a la fuente o fuentes consultadas, además de otras muchas notas que aparecen dentro del texto. No hay, pues, lugar en este trabajo de investigación para recreaciones y otras fantasías. Y, así, gracias a este libro, y junto al Tagore lírico y filosófico, que es el más conocido, nos adentramos en otro más íntimo, quizá menos conocido en Occidente, un Tagore controvertido e incluso atormentado: el exultante; el dubitativo; el inconformista; el inquieto; el sufridor; el solitario (aunque esté rodeado de gente); el escritor incómodo; el crítico de muchas tradiciones aberrantes y de la farsa de muchos ritos religiosos; el amante de la libertad; el enemigo de los extremismos, de los radicalismos y de los energúmenos; el agobiado por problemas familiares y económicos (sobre todo por los gastos de Santiniketan); el preocupado por su país; el que estaba convencido de que el cambio social (y, por consiguiente, educativo) era mucho más urgente que la libertad política; el tachado de traidor; el reformista; el contradictorio…

 

También, en los últimos años, vemos al Tagore depresivo, sufriendo, además, por la hecatombe de la Segunda Guerra Mundial, que alcanzó a ver, aunque tenía la suficiente clarividencia, como el Mahatma, para predecir la derrota de las tiranías. Vemos a ese Tagore consciente de la perversión de la naturaleza humana, lo que sin duda le llevó a construir aquella memorable frase que, a mi juicio, demuestra que el escritor bengalí era un pesimista de la inteligencia pero un optimista de la voluntad: «Hagamos todo lo posible para demostrar que el hombre no es el mayor error de la Creación».

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