INSTITUTO DE INDOLOGÍA

TAJ MAHAL

Milagros Salvador

 

 

 

 (El emperador musulmán Shah Jahan, de la dinastía mogola, construyó en el siglo XVII el Tal Mahal, en recuerdo de su amada Mumtaz Mahal.)

 

 

MUERTE

 

Boca negra de turbia madrugada

que me anuncia tu muerte,

oscuro nubarrón que me tiñe los cielos

lejanos e infinitos,

como en mi propia carne,

que pronuncia tu ausencia

con letras ilegibles,

mientras el mundo se deshace

en lutos que me ahogan.

Sólo el tiempo podría consolarme,

pero él anda de frente y no regresa.

Te fuiste dando vida

a uno de mis hijos,

y yo me quedo ahora

sin golpe de esperanza,

veneno de suicida,

loquera que me nace

cuando el dolor domina y se aposenta,

convirtiéndome en llaga el corazón.

 

 

 

RECUERDO

 

Solamente el recuerdo

me salva de la noche

de las espumas negras

que envenenan el aire

del hoy entristecido,

parásito que encierra

su insistencia infinita.

Pero me quedas tú,

que resiste a seguir

los pasos silenciosos de la muerte,

y otra vez regresas

a poblarme de luz.

Déjame que pronuncie

tu nombre como nunca

Mumtaz Mahal, Mumtaz Mahal,

que siempre quedará

unido a mi  alma,

la música que llena

el humano vacío.

Recuerdo Shalimar y sus jardines

al lado de las aguas del Ravi,

nuestras flores de loto encendidas

lanzadas una a una a la corriente,

como humildes estrellas,

los botones de luz que acompañaban

nuestros mejores sueños.

 

Pasados los monzones

el tiempo acompañaba

nuestras felices noches,

desde el balcón labrado

en la piedra rosada

del antiguo palacio,

el río parecía que temblaba

en vaivenes reflejos,

sobre la superficie obscura

buscando claridad,

como si de la luna se lanzasen

mil monedas de plata.

Yo me acercaba a ti,

me perdía en tus ojos

soñados y profundos,

dos lagunas inquietas  

descubriendo secretos.

Bajo el sari azul, tu preferido,

siete pliegues velaban tu cintura

y mis manos seguían

el camino silente del deseo

que tu piel  me ofrecía,

inaugurando mis más dulces caricias,

que siempre me llevaban a tu pecho.

Y las horas pasaban

como veloces aves

iluminando las auroras

que siempre señalaban el futuro,

fecha segura de alcanzar la diana.

Cuántas veces me invade la locura

con sus alas más negras,

salvaje fiera que viene desde lejos

a devorar las horas

que me llena tu nombre.

 

 

 

 

TAJ MAHAL

 

Quiero dejar al tiempo

guardián de tu memoria,

resplandeciente y blanca

como las altas nubes

que vigilan los cielos,

y escojo la piedra más sublime

el mármol virginal, más puro,

para que te resguarde del olvido.

«Taj Mahal» será el nombre desde hoy,

el cercano Yamuna le prestará sus aguas

como signo de vida,  

«Corona de palacios» con su cúpula eterna

«amrud», hecha metáfora,

mirando el universo,  

majestuoso capullo flor de loto

que engrandeció mi amor.

Han bordado en la piedra mil colores

con tal delicadeza

que parecen haber nacido juntos

las guirnaldas de flores y las frutas,

y los pavos reales tornasol,

mosaicos y dibujos que realzan

turquesas y zafiros,

lapislázuli, jades, gemas,

piedras semipreciosas,

y cuarzos de colores

traídos desde lejos

que adornarán tu nombre.

                       

 

Los cuatro minaretes

soberbios y gigantes

apuntarán al cielo

igual que una plegaria

que siempre será oída.

Y pasarán los siglos

repitiendo tu nombre,

Mumtaz Mahal, Mumtaz Mahal

y millares de seres

visitarán tu tumba

donde queda prendida la belleza

como resurrección,

con la misma pureza que la fe,

incansable latido llamando al corazón

de todos los humanos.

 

 

(De la Antología Inmortal amor mortal.)

 

 

MILAGROS SALVADOR es madrileña, licenciada en Filosofía y Letras y psicóloga, autora de más de veinte libros de poesía y relato, de numerosos cuadernos y estudios sobre poesía. Sus libros se han traducida al chino y al ruso. Distinguida de la S.A.D.E., tiene un Reconocimiento de La Escuela Nacional de Maestros de México y Socia de Honor de PROSOPON y Raíces de Papel.

                                      

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