INSTITUTO DE INDOLOGÍA

 

 EL SARI:  LA MÁGICA PRENDA SIN COSTURAS

Rita Kapur Chisti

 

 

Ha sido el sari, la prenda de tela sin costuras, la que ha dominado con elegancia el subcontinente, desde las llanuras del norte hasta al sur. Ha asumido muchas formas y tanto hombres como mujeres lo visten llevándolo de innumerables maneras, como prenda de una sola pieza o como prenda de dos o tres piezas, con un corte utilizado para cubrirse la cabeza los hombres o a veces combinado con un paño de hombro o angvastam, muy útil para aliviar el calor. Aunque la prenda sin costuras se teje en los telares con un ancho y largo determinados, lo que la diferencia de una pieza de tela simple y sencilla es que está concebida como prenda tridimensional de diferente densidad en sus varias partes.

  El sari es sólo una clase de prenda sin costuras. En términos de diseño, nos permite remontarnos unos mil años en el pasado, con variantes en su patrón, trama y estructura entre sus piezas internas y externas y sus dos bordes que proporcionan porte, fuerza y peso dejando que el sari o dhoti (tipo de falda tradicional que llevan los hombres) resalte las formas del cuerpo.

La profunda implicación y la completa identificación de la mujer india con el sari le ha permitido resistir la presión externa para que cambie su forma de vestir, proporcionando continuidad a la tradición textil existente en todo el país. El sari representa una cultura en que la prenda tejida, texturizada y modelada, no perforada ni profanada por ningún tipo de aguja de coser, no únicamente se considera la más apropiada en términos estéticos y climáticos sino que el llevarla se entiende además como un acto de gran pureza y simplicidad. Vestirse de sari es lo más adecuado para las condiciones climáticas de India ya que permite el flujo constante de aire, proporciona una sutil y adaptable protección contra la rudeza del sol a la vez que transmite un sentido de propiedad, en armonía con el carácter y la cultura local. El sari, en cierta manera, viene a ser nuestra piel más externa y por lo tanto señala no sólo quienes somos y de dónde venimos, sino que también manifiesta hacia dónde nos dirigimos.

Sin embargo, a lo largo de las dos últimas décadas la movilidad funcional y las influencias globales han tenido un fuerte impacto sobre el modo de vestir de la mujer india. Cada vez más, las mujeres de hoy en día prefieren las prendas cosidas y la moda occidental, confeccionadas con telas de fácil mantenimiento que no requieren planchado. Aun así, hubo un tiempo en que las mujeres cabalgaban vestidas con sari en Jhansi, Uttar Pradesh e incluso nadaban en ríos y estanques con sus saris arremangados entre sus piernas, a la manera de pantalones cortos descosidos.

El sari no sólo se conoce por nombres diferentes (lugda, dhoti, pata, seere, sadlo, kapad) en varias partes del país, también se concibe diferentemente en cuanto a forma y estructura, uso y costumbre. Es un pedazo de tela, largo o corto, ancho o estrecho, dependiendo de la forma como se lleve.

De hecho, no existe un único tipo de sari. Desde las gruesas y resistentes telas de algodón llevadas por las campesinas y jornaleras hasta las más delicadas muselinas que tradicionalmente se impregnaban en almidón y se rizaban —antes de la adopción de la plancha, introducida en Bengala por los franceses— la portadora del fino sari opacaba la prenda ingenuamente y por necesidad, ya que se llevaba sin enaguas.

La vasta variedad de saris, de pesados a ligeros, de tela gruesa a fina, con una ilimitada gama de texturas y patrones, en algodón, seda, mezclas de algodón y seda, es impresionante. Cada estado o, hablando con mayor propiedad, entidad regional, ya que los estados no necesariamente representan entidades culturales históricas, interpreta el sari a su manera. La habilidad para combinar telas, reinterpretar e incluso recrear motivos que van desde la sola flor de algodón a conjuntos florales, a diseños arquitectónicos entreverados y figuras geométricas, es ilimitada y específica de región a región. Desde los algodones más transparentes y puros y los organdíes de seda halladas en el oeste de Bengala a los Venkatgiri de Andhra Pradesh y los Chanderi de Madhya Pradesh a las telas transparentes de Maheshwari en Madhya Pradesh, el abanico visual es enorme.

Fue el sari el que sustentó la base de la tradición textil de India. Esta prenda sin costuras requiere y promueve una excepcional pericia en el arte del tejer. Los grandes centros textiles de Benarés en Uttar Pradesh, Murshidabad en el oeste de Bengala, Mysore en Karnataka y Kanchipuram en Tamil Nadu, y otros bien conocidos centros comerciales, pudieron crecer porque comercializaron la producción de textiles, de saris en particular. También pasaron a ser rutas a través de las cuales llegaron influencias, tanto desde otras zonas del país como desde el extranjero, que los hilanderos, tejedores, tintoreros y diseñadores locales incorporaron, ayudándoles a ampliar constantemente su vocabulario de moda local.

El reto hoy en día es reforzar y continuar con esta tradición textil como valioso instrumento para un desarrollo armónico y simultáneamente participar en un mercado global y competitivo. Como democracia, esta competición global beneficiará a India, con su potencial en cuanto a escala productiva; sus varios estratos de desarrollo económico y, lo que aún es más importante, su riqueza en cuanto a habilidades manuales que confieren un efecto multiplicador adicional. La prenda sin costuras, que no necesariamente debe llevarse de acuerdo con la pauta tradicional, puede convertirse en el día de hoy en la base para desarrollos futuros a través de un uso más contemporáneo.

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