INSTITUTO DE INDOLOGÍA

¿HA SIDO DESENMASCARADO ALAIN DANIÉLOU?

Vicente Merlo

 

 

Muchas y graves son las acusaciones que Jean-Louis Gabin formula contra Alain Daniélou en su obra L’hindouisme traditionnel et l’interpretation d’Alain Daniélou, publicado por Les Éditions du Cerf (2010). Es importante pues, tener en cuenta dichas acusaciones, con las pruebas y argumentaciones ofrecidas, para determinar si A. Daniélou ha traicionado, deformado e invertido las importantes enseñanzas a las que tuvo acceso en el seno del hinduismo tradicional, a partir de su relación con Swâmî Karpâtrî. No se trata solamente de la alteración y la mutilación de los textos de esta autoridad ortodoxa del hinduismo del siglo XX, en su tarea de traductor, sino de algo de mayor alcance: la impostura de A. Daniélou y su falseamiento del hinduismo tradicional y ortodoxo.

            Tres son, en realidad, los protagonistas de esta obra, de más de 500 páginas, que no puede dejar de leerse una vez comenzada. Alain Daniélou como “acusado” principal, Swâmî Kârpatrî y René Guénon como “autoridades” frente a los cuales contrastar las deformaciones llevadas a cabo por el célebre indólogo, hermano del no menos famoso cardenal, Jean Daniélou.

            El hilo conductor de esta historia es aportado por el autor, J.L. Gabin, buen conocedor de la obra de Daniélou, en tanto que encargado de organizar sus escritos tras haber conocido personalmente, en 1987, al entonces ya célebre Daniélou, quien había vuelto de sus quince años en India (Benarés y Pondicherry), y se había alojado, muy lujosamente, como fue habitual toda su vida, especialmente a partir del encuentro con Raymond Burnier (heredero de Nestlé y pareja sentimental de Daniélou, cuyas fotografías de las esculturas con escenas eróticas de algunos templos de la India dieron la vuelta al mundo).

            J.L. Gabin fue pasando de la admiración a Daniélou hacia el asombro y la indignación al ir tomando conciencia de las tergiversaciones, mutilaciones y alteraciones producidas en los textos que había traducido de Swâmî Karpâtrî. Por una parte, lo que no sabemos si fue error (im)perdonable o tergiversación intencionada y culpable, el atribuir a dicho Swâmî la fundación del Jana Sangh, partido asociado con el RSS y el BJP, siglas en las que no es necesario entrar aquí, pero que representan movimientos fundamentalistas violentos, que se encuentran detrás de acontecimientos como el asesinato de Gandhi o la demolición de la mezquita de Babri Masjid en Ayodhya.

Swâmî Karpâtrî, hasta ahora totalmente desconocido en Occidente, es presentado como una gran autoridad en los medios tradicionales de la India, tanto por su altura espiritual y su ejemplo de vida ascética, como por su compromiso político, creando en 1950 un partido que representase el dharma hindú tradicional, partido denominado Ram Rajya Parishad, y  una asociación cultural, Dharma Sangh.

Dado que A. Daniélou proclamó en múltiples ocasiones su desinterés por la política, podría pensarse que se trata nada más que de un deplorable error, una confusión explicable por la semejanza fonética entre Jana Sangh y Dharma Sangh, o por la similitud de las siglas entre el RSS, de extrema derecha, y el RRP, impecable partido tradicional y ortodoxo hindú. Ahora bien, esta confusión, comprensible desde la ignorancia de la lengua y la política india, no es tan obvia en alguien que se confiesa admirador, discípulo y traductor del swâmî, quien justamente había escrito abundantemente condenando con fuerza las ideas, las actitudes y las acciones del partido del que Daniélou le presentaba más tarde como fundador.

Pero, con todo, no sería eso lo más grave e imperdonable, pues de mayor relevancia resulta el trato que Daniélou ha hecho de los textos del propio Swâmî, censurando algunas frases, mutilando lo que le interesaba, desfigurando el sentido de sus palabras. Y no sólo con sus textos, sino con los textos clásicos del hinduismo, desde las Upanishads hasta los Purânas, pasando por la Bhagavad Gîtâ. ¿Por qué? Aparentemente para introducirlos en el lecho de Procusto de sus ideas preconcebidas, que hallamos ya en uno de sus libros más exitosos, Shiva y Dionisos: la religión de la Naturaleza y el Eros, publicado ya en 1987 por Kairós.

Lo que intenta mostrar Gabin, en muchas ocasiones de manera convincente a través de la comparación de textos, es que A. Daniélou, influido por la lectura de René Guénon, con quien más tarde mantuvo una cierta relación epistolar, y de quien también tradujo al hindi algunos textos para revistas indias, habló de una Tradición primordial, pero, de manera muy poco guénoniana, pretendía que había existido un “shivaismo esotérico”, cuyos orígenes se remontaban a la India anterior a la invasión de los arios, y que tenía importantes semejanzas con las corrientes dionisíacas griegas. En ambos casos, y ésta sería la intención y el propósito dominante en la obra de Daniélou, tendríamos huellas de la religión primordial, la única, además, que podría salvar a la perdida humanidad moderna y contemporánea, religión basada en la sacralización del placer, de las bacanales y del éxtasis sexual. Efectivamente, en la obra citada leemos: “La vía de Shiva-Dionisos es la única vía que podría permitir salvarse a la humanidad” (p. 12).

Todo ello resultaría más comprensible poniéndolo en relación con el rechazo visceral que A. Daniélou ha sentido desde muy joven y hasta el final de sus días, hacia el cristianismo, sin duda a raíz del fervor de su madre, fundadora de un movimiento católico en la Francia del primer tercio del siglo XX y que, al parecer no tenía muy buena opinión de su hijo, además del acontecimiento traumático por el desprecio que mostró al enterarse de la homosexualidad de éste.

Rechazo no sólo del cristianismo –muy especialmente de la Iglesia católica-, sino de todo monoteísmo, pues una de las batallas de nuestro personaje fue justamente la feroz crítica a todo monoteísmo y la defensa enardecida del politeísmo. De ahí uno de sus libros más admirados por sus seguidores, Mythes et Dieux de l’Inde: le polytheisme hindou, hace no mucho traducido por editorial Atalanta. En el prólogo, nuestro autor afirma: “La leyenda de Osiris, llegado de la India a Egipto, montado en su toro (el vehículo de Shiva) así como los cultos de Dionisos y Baco son ramas a menudo mal conocidas del shivaismo. Las bases del pensamiento chino más antiguo se expresan meditante símbolos shivaitas. Los términos Yin y Yang no son más que una pronunciación china de las palabras yoni y linga, que representan los emblemas femenino y masculino” (p. 9 del original francés). Dicho libro, como el propio autor reconoce es altamente deudor de las enseñanzas y los textos en hindi de Swâmî Karpâtrî. No obstante, como los sucesores de éste han reconocido públicamente, los errores y/o tergiversaciones e interpretaciones erróneas cometidas por Daniélou son preocupantes y muy graves.

En un fragmento del libro de Gabin se hallan resumidas las principales acusaciones de las que Daniélou sería merecedor, en relación con las enseñanzas de Swâmî Karpâtrî. Fijémonos bien, y Gabin es justo al insistir en ello, que lo grave no es que Daniélou defienda las ideas que defiende, sino que las presente como si se tratasen de las ideas de Swâmî Karpâtrî y de la tradición hindú más ortodoxa (en el buen sentido de la palabra). El texto dice así: “La absolutización del linga en detrimento del yoni, la asimilación de su culto a los cultos fálicos y a un hedonismo más o menos maquillado de tantrismo, la escisión entre Shiva y la Diosa, la oposición entre Shiva y Vishnu, la caracterización del hinduismo como fundamentalmente politeísta, de Shiva como un dios de tamas, la oposición de los arios ‘puritanos’ a los dravidianos extáticos –todas las ideas, en suma, por las cuales las obras de Alain Daniélou han adquirido su celebridad- se oponen totalmente a los puntos de vista del hinduismo tradicional expuestos por Swâmî Karpâtrî” (p. 133).

Demagogia, cinismo, maquiavelismo, traición, impostura, son algunos de los términos que Gabin emplea para desenmascarar las manipulaciones que A. Daniélou habría llevado a cabo. Y se aplican no sólo a Swâmî Karpâtrî, si no también a R. Guénon. Es decir, que también Guénon habría sido no sólo malinterpretado, sino manipulado por Daniélou, sacando de contexto sus citas, haciéndole decir lo que en realidad no dice, pero sobre todo alejándose de la ortodoxia tan bien representada no sólo por el citado Swâmî, sino también por Guénon.

 

¿Qué pensar de esta enérgica denuncia articulada por J.L. Gabin contra A. Daniélou? Tras mi lectura de la obra de Gabin que ahora comentamos, y por mi conocimiento, es cierto que parcial y fragmentario, de la obra de Daniélou, me inclino a pensar que Gabin tiene mucha razón en gran parte de sus críticas y que logra desenmascarar la impostura de Daniélou en muchos casos, así como insinuar, no sin carecer de observaciones psicológicas pertinentes (odio a la madre, reacción irracional anti-católica y anti-monoteísta, el papel de la homosexualidad en su vida y su obra) que en definitiva sus opiniones estaban mucho más cerca del ateísmo y materialismo (larvado o manifiesto en muchas de las afirmaciones de Daniélou, negando, por ejemplo, cualquier tipo de supervivencia post-mortem, rechazando en muchas ocasiones la idea de la transmigración del alma) que de una religiosidad o espiritualidad tradicional. Esto se ve también en su desprecio de los ritos y el sentido de los mantras, curiosamente él, que habría sido “iniciado” en ritos tántricos reservados a una minoría –algo cuestionado por Gabin. Llaman la atención también sus abiertas críticas a Gandhi, a Ramana Maharshi, a Sri Aurobindo, como si de farsantes se tratase (¿proyección como mecanismo de defensa psicoanalíticamente insinuado en bastantes ocasiones por Gabin?). Por no hablar de sus críticas despreciativas hacia Moisés, Muhammad y demás monoteístas.

Esto me parece lo más importante, y creo que la obra de Jean-Louis Gabin constituye un esfuerzo digno de elogio por desenmascarar la impostura de aquél a quien tanto había admirado y por quien después se vio defraudado al descubrir la falta de honestidad intelectual y de respeto con que trataba los textos y las enseñanzas de Swâmî Karpâtrî, R. Guénon y en general la tradición hindú. Un libro polémico, valiente e imprescindible para corregir el puesto que ocupa A. Daniélou en la indología del siglo XX.

Una ultima observación, el lector no deber perderse el bello epílogo ‘musical’ (musicólogo fue, quizás ante todo, el propio A. Daniélou) que el autor compone al final de su obra, permitiéndonos recordar que también el arte puede ser un yoga. A eso apunta la noción de shilpa-yoga, el arte como camino de realización.

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